Los “Garibaldis a medida”
son, sin lugar a dudas, de los legados más importantes de este
avieso personaje de la poesía argentina. Esta antología, comprende
poemas de entre los años 1984 y 1992, los cuales denotan claramente
un constante progreso y variación, tanto en el uso de la retórica,
como en su prosa y sus versos.
La temática, sin embargo, de
estas piezas únicas (cada una de ellas lo es), no sufre cambios
significativos. La colección en su totalidad gira en torno al dilema
de la imbricación de la rutina en la vida de un artista. En cada
rincón de la obra analizada, hallamos versos de un alto vuelo
poético, pintados de combinaciones de palabras (aveces en pos de una
metáfora, aveces en pos de una sonoridad) fuertemente ligadas a una
rutina diaria.
El mayor aporte de Javotino a la
literatura universal, podríamos decir, es la creación de un
meta-lenguaje, distinto del lenguaje tal cual nosotros, inocentes
lectores, lo conocemos. Los juegos son infinitos. Sólo tomando
algunos de sus más célebres poemas, como “Cayendo hacia la
cumbre”, “La hisotria del viejo pitara Gavilán Funes” o “El
meterete indiscreto”, podemos encontrarnos con ciertos usos
extremos de las más populares formas retóricas. A tal punto que el
sentido del contenido de tales textos, llega a pender de un hilo;
pero, aun al borde del acantilado, ya en el atardecer de cada uno de
sus poemas, se revela un final que sosega angustia alguna que el
lector pudiere padecer.
Tenemos, tal vez, en el caso del
pirata Gavilán Funes, uno de los personajes más sintéticos de la
obra de Javotino. Sintético en tanto una comunión entre los juegos
musicales de este poeta, y el meta-lenguaje diario utilizados. Un
hombre que no hace más que abordar, cada día de su semana, cada
semana de su vida (podemos deducir), y que al llegar al domingo, día
omitido en la vorágine rutinaria (¿quizás una crítica al estrés
postmoderno? ¿O tal vez un guiño a una segunda secularización?),
resurge de entre las cenizas del olvido para llevarse puesto al poema
entero, todos sus bellos versos, su ritmo, su fortspinnung
oculto en la sutil puntuación; todo es arrasado por el domingo: “el
día del perdón”, y un remate (un disparo inatajable para el
lector) con el cual este aparente sinsentido, toma las riendas de su
propia existencia y se revela, clarito y desenfadado, como el final
de una historia entera, que es el final de la vida rutinaria.
La parodia tiene un papel
principal en la prosa javotina, es el común denominador en su obra.
Lo interesante aquí, es la dosificación de esta herramienta. Es que
entre el histérico enojo del “Capuchón sin cría” y el
entramado de versos en el “Vulcano 1”, hay un gran espacio, que
acentúa aun más, los extremos que estos dos poemas representan.
Es, el primero de los Vulcanos,
en donde vemos la parcialidad poética de Mex, esta frontera que todo
artista puede tener cuando su punto de partida, al componer, es su
propia vida. Quizá el asar, el destino, o la suerte, hayan hecho de
“Vulcano 1” un poema de tal envergadura, de tanto peso simbólico,
y versos cargados de emoción. En unas pocas líneas se alcanza a
leer el relato de una historia que no sucedió. Y, a riesgo de
entrometerme, aventuro la siguiente interpretación: en este algo
controversial poema, Javotino logra desenmarañar una historia
futura, un porvenir que, transcurrido el tiempo, toma forma de
pasado, de historia. Lo relatado por Mex en este texto, tuvo lugar
muchos años despues de haber sido escrito. Y, si bien la
coincidencia obra de formas misteriosas, e incontrolables, he aquí,
en mi humilde opinión, un caso más de completa y clara percepción
de la realidad, de preventiva y consciente percepción de la verdad,
por parte del poeta argentino, que supo ver un futuro escrito, y
trató de ordenarlo en versos solos, versos de soledad.
Adivino en el lector un última
pregunta, esa que todos nosotros, sendos lectores javotinos, nos
estamos haciendo hacia el final de esta reseña-homenaje: ¿qué ha
sido de Javotino Mex? ¿Qué ha pasado con este extraño poeta que,
habiendo dejado una corta obra (comprendida toda ella entre los años
1984 y 1992) se ha esfumado de la escena literario (de toda escena),
sin dejar rastro alguno? ¿Qué ha sucedido?
No voy a responder a esta
pregunta por dos razones: 1- tuve la suerte de conocer al susodicho
poeta, y nunca me permitiría quebrantar la lealtad que a él he
prometido, y 2- la respuesta a estas preguntas sería sólo un
placebo a la curiosidad pasajera, en el profundo mar en el que
Javotino Mex nos anima a internarnos al leer su obra.
Quien tenga el deleite de
experimentar la lectura de estas piezas musico-literarias, recorrerá
parte del camino artístico que, quien suscribe, cree fervientemente,
lleva a esclarecer algunas de las arístas del recurrente dilema
arte-rutina, contra el cual pocos han sabido revelarse.
Los “Garibaldi a medida”
están hechos a medida del lector, que encontrará, sino en todos, en
alguno de ellos, un espacio de reflexión, y por qué no, alegría.
tengo algunos datos, pero no super fidedignos, que afirman que Mex sigue viviendo en Uruguay, dejó de escribir y ahora toca el bandoneón
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