Viajando en el micro número 14 me
pasa lo siguiente:
Escucho entre los susurros protestantes una voz esdrújula. No es algo
común (común) escuchar a alguien que
acentúe tantas sílabas antepenúltimas.
“Hay
mucha literatura.”
Ciertamente la hay (¿?), necesito
escuchar un poco más…
“Yo
al principio me preguntaba el por qué de todo, luego encontré muchísimos libros
en los cuales todo está escrito.”
Concuerdo, en los libros estaría
todo escrito (¿?)… Más información.
Ella no habla sola, se dirige a otra
mujer con acento español (no tengo idea de qué región). Mas allá de su
procedencia me llamó la atención una característica de la oyente; esta tenía un
acento interesado, atento y curioso.
“Te
voy a visitar, te voy a llevar literatura. Son unos libros hermosos, hay tantas
historias y explicaciones…”.
Un ruido insoportable, un hombre
tose como si quisiera sacarse algún órgano, no se preocupe que su olor molesta
aun más, siga tosiendo tranquilo, si su aroma se lo permite. La mujer de acento
sudamericano tiene un hijo que habla español con acento alemán, bilingüe. Ahora
el pequeño muy feliz repite una y otra vez: “el
cielo está arriba, el cielo azul está arriba.”
Los subtes no funcionan, el viaje
será un poco más largo.
J.P.Pettoruti
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