¿Cómo describir un sonido?, uno que
escucho cada tanto y me hace pensar acerca
de.
Son gallos, varios gallos situados
estratégicamente en las alturas, sobre las puntas de la ciudad. Y si quisiera
ser más específico diría que son picotazos de gallos, un desenfrenado ataque de
picotazos cada día a las doce del mediodía, y luego de las campanadas comienza,
no luego sino mientras, la superposición de polifonías microtonales. Las
ambulancias deambulan con aparente apuro buscando probables problemas (o
problemas probables).
Mientras sentado en una pared baja,
en una esquina, simulo fotografiar la Holzentor
para capturar ancianos, imagino a uno de ellos en una situación.
Es un hombre de muchos años que
camina con bastón, usa una boina con la cual cubre sólo una porción de su
cabeza. Los rulos se le escapan de por entre las orejas. Imagino: Habrá
desayunado bien temprano un pancito con fiambre posiblemente, y unas rodajas de pepino, un café con leche o crema,
sin azúcar, y un pequeño tazón con cereal y leche. Eso es sencillo de adivinar,
suele suceder.
Terminada lacomidamasimportantedeldía
ha salido a caminar, sólo a caminar, para tomar un poco de sensillamentericoyfrescoaire
y aterrizar cerca del mediodía en un supermercado. Allí ha de haber comprado
una gran lata de cerveza para el camino y así continuar con su paseo, porque él
es conciente de que una persona de su edad debe mantener una vida sana. Ha
cruzado medio centro comercial y se habrá dirigido a la puerta de la ciudad
para entretenerse contando cuantos contingentes de turistas españoles pasan
cerca y a través del monumento. Luego debe haber cruzado la calle principal sin
notar el flash de una cámara justo en la esquina, y llegando al próximo cruce
escuchó, seguramente, el lamento de una sirena, porque gira su cuello para
mirar a los lados. Todavía espera, vuelve a escuchar algo, una campanada, y de
repente pone su mano sobre su pecho, por casualidad junto con la campanada ha
sentido algo más. Y, ¡de nuevo!, lo siente otra vez en el pecho, se siente como
picotazos. Algo picotea su pecho con fuerza.
La cacería de ancianos es un trabajo
arduo, hay que esperar, mimetizarse con el entorno, ser un turista más, y para
lograr una buena toma debe uno “gatillar” cuando el objetivo se detiene o pasa cerca.
Así se logra una imagen clara con buena resolución y detallada de sus caras.
Las historias que hay en cada una de esas caras.
Es el clímax de la pieza para
orquesta urbana, las campanas como locas y las sirenas suenan cada vez más
agudo, siguen buscando posibles catástrofes, emergencias. Irrumpe el ruido
metálico de una lata media llena que ha caído. La ambulancia se detiene, dos
hombres enadrenalizados salen de la parte trasera con una camilla.
“Estoy bien, estoy bien”, sentencia
perdido el viejo de bastón. Está sano, es sólo un gallo que picotea su brazo
izquierdo.
Yupo
No hay comentarios:
Publicar un comentario